Había una vez una niña llamada Mia a la que le encantaba la playa. Iba a menudo a la orilla y observaba cómo las olas chocaban contra la arena. Un día, cuando estaba en la playa, ocurrió algo extraordinario…
Mia se dio cuenta de que algunas gotas de lluvia se juntaban con formas y tamaños extraños en su brazo. Parecía que querían decirle algo. De repente, una gota habló: «¡Somos gotas de agua de todo el mundo, de océanos y ríos, de lagos y arroyos! Hemos venido hoy aquí para invitarte a una increíble aventura…»
Las gotas explicaron que su misión era viajar por diferentes partes de nuestro planeta para que la gente pudiera aprender sobre la conservación del agua. Preguntaron si Mia se uniría a ellos en su viaje a través de diferentes mares, playas, ríos y mucho más. Por supuesto, Mia dijo que sí, ¡sonaba demasiado bien para dejarlo pasar!
Así que se fueron a dar la vuelta al mundo con Mia montando a caballo, atrapando las gotas de lluvia cuando volaban por encima de las nubes o chapoteando en los charcos de abajo. En cada lugar que visitaron, se aseguraron de que todo el mundo supiera el importante papel que desempeña el agua para mantener sano nuestro entorno.
Finalmente, tras semanas (¡o quizás meses!) de exploración por tierra y mar, llegó el momento de volver a casa. ¡Qué viaje tan increíble había sido! Al recordar todos los lugares que había visto durante sus viajes, Mia no pudo evitar sentirse más profundamente conectada que nunca con el agua. ¿Te imaginas lo que se siente al ser una gota de agua? ¿Por qué no exploras tu propio patio en busca de respuestas?
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