Había una vez una niña llamada Jilly que vivía en la gran ciudad. Amaba a los gatos más que a nada en el mundo, ¡y quería darles abrazos a todos! ¿Pero cómo iba a hacerlo si había tantos gatos viviendo en la ciudad?
Jilly decidió que emprendería una aventura para abrazar a todos los gatos de la ciudad. Se puso el abrigo y empezó a caminar por las calles en busca de amigos peludos a los que abrazar. Dondequiera que fuera, la gente le sonreía y saludaba mientras la veían deambular con determinación.
Al final se encontró con un parque lleno de gatos que jugaban juntos. Jilly corrió entusiasmada y abrazó a cada uno de ellos con amor y cuidado, dándoles muchos mimos mientras ellos ronroneaban felizmente en respuesta. Tras pasar un buen rato con estos gatitos, Jilly se dirigió a otro lugar donde había más gatos esperando los abrazos de esta chica de buen corazón.
En su viaje por la ciudad, Jilly se aseguró de pasar también por las tiendas de animales, para que ningún gato se quedara sin recibir su cariño. Se acercó a cada uno de los gatitos dentro de sus jaulas o tanques y les dio suaves besos en la cabeza antes de pasar a la siguiente tienda. Aunque le costara horas y horas ir de puerta en puerta para encontrar hasta el último gato que vivía dentro de los límites de la ciudad, ¡nada detenía a esta niña tan decidida!
Al atardecer, Jilly había terminado de abrazar a todos los gatos de la ciudad, lo que resultó ser todo un logro teniendo en cuenta la cantidad de felinos que viven aquí. Cuando regresó a casa, agotada pero triunfante después de un día de trabajo tan largo, todo el mundo aplaudió la gran misión que había cumplido esta valiente niña: difundir la bondad a través de la conversación.
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