Había una vez dos hermanos, Jack y George, que vivían con su madre en una pequeña casa. Habían crecido juntos y se querían mucho.
Un día, los chicos estaban jugando fuera cuando, de repente, oyeron un fuerte ruido procedente del interior de la casa. Cuando fueron a investigar, vieron que su madre se había transformado en un monstruo verde gigante. Estaba gruñendo y pisoteando la cocina como un toro enfadado.
Los niños estaban aterrorizados. ¿Qué había provocado esta transformación? ¿De dónde había salido ese monstruo? ¡Jack y George salieron rápidamente de la casa gritando para pedir ayuda!
Por suerte, uno de sus vecinos les oyó llamar y vino a ver qué pasaba. Tras explicar la situación a su vecina, se dio cuenta de que debía ser algo de la cena lo que había provocado la transformación de mamá en un monstruo: ¡había cocinado comida china con ingredientes antiguos que debían contener algún tipo de poción mágica!
La vecina sugirió que, si encontraban más ingredientes frescos, mamá podría volver a ser la misma de siempre. Así que salieron a buscar por todas las tiendas cercanas hasta que finalmente encontraron algunos ingredientes adecuados para cocinar otra tanda de comida china.
Cuando mamá se la comió, empezó a convertirse lentamente en su forma humana. El vecindario se alegró de que mamá volviera a ser ella misma. Para celebrarlo, todos decidieron hacer cenas familiares todas las semanas, para que nadie volviera a experimentar una sorpresa tan desagradable. Esto enseñó a Jack y a George lo importante que es que las familias estén conectadas compartiendo las comidas y que sean independientes a la hora de tomar decisiones.
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