Había una vez un hombre valiente llamado Teseo. Vivía en Grecia y había oído hablar de una terrible criatura que vivía en una isla muy lejana, llamada Minotauro. El Minotauro era medio hombre, medio toro y tan poderoso que nunca podría ser vencido.
Teseo decidió que intentaría encontrar al monstruo y matarlo. Así que un día zarpó hacia la isla de Creta en su gran barco con algunos de sus amigos. Cuando llegaron a Creta, fueron recibidos por el rey Minos, que les ofreció comida y bebida, ¡pero les advirtió que se mantuvieran alejados del oscuro laberinto donde acechaba el Minotauro!
A la mañana siguiente, Teseo se levantó valiente y decidido a enfrentarse a la bestia, ¡incluso si eso significaba una muerte segura! Se puso su armadura de metal tan fuerte como el diamante, cogió su espada y su escudo y se despidió de sus amigos antes de adentrarse solo en el oscuro laberinto.
El laberinto parecía interminable, con senderos sinuosos que iban en todas direcciones, como serpientes que se deslizaban entre las altas hierbas. Finalmente, tras lo que parecieron horas, Teseo divisó algo delante: Era enorme y tenía largos cuernos a ambos lados de la cabeza: ¡tenía que ser el Minotauro! Fue entonces cuando Teseo desenfundó su espada dispuesto a luchar…
Pero entonces ocurrió algo extraño: En lugar de atacarle de inmediato, ¡el Minotauro se quedó parado con cara de tristeza! Resulta que durante todo este tiempo El Monstruo no era malvado en absoluto: sólo quería que alguien escuchara su historia; cómo el rey Minos le encerró en este espantoso lugar sin ninguna esperanza de escapar o liberarse…
Teseo sabía que no podía dejarlo allí, así que le prometió al Minotauro que si lo seguía de vuelta a casa sano y salvo, nadie más lo volvería a encerrar, siempre y cuando Teseo jurara no contarle a nadie su trato, ¡incluido el propio rey Minos!
Y, efectivamente, salieron juntos de Creta navegando de nuevo por mar abierto hasta llegar por fin sanos y salvos a casa. Todo el mundo se alegró al ver que Teseo regresaba victorioso, pero sólo unos pocos sabían exactamente por qué…
Desde entonces, cada vez que alguien preguntaba cómo había conseguido Teseo derrotar a un monstruo tan enorme sonreía en secreto, sabiendo que a veces la bondad puede vencer incluso a las fuerzas más fuertes, ¡incluso a criaturas míticas como los minotauros!
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