Había una vez una niña llamada Alicia que vivía en un pequeño pueblo. Una mañana se despertó y vio que el cielo se había vuelto rosa y naranja, ¡como si fuera el crepúsculo! No pudo evitar sentir curiosidad por saber qué podía haber causado un fenómeno tan inusual.
Alicia se puso los zapatos y decidió ir a explorar el extraño mundo que había fuera de su ventana. En cuanto salió por la puerta de su casa, oyó algo muy peculiar: ¡un grupo de animales estaba cantando adivinanzas! Parecía que todos hablaban a la vez y que cada uno decía cosas diferentes a su manera. Lo más extraño era que todos hablaban en rima.
Los animales se dieron cuenta de que Alice los miraba y empezaron a cantar más fuerte y más rápido que antes. La acogieron en su círculo para que pudiera escuchar las historias que contaban sobre sus extraordinarios encuentros con diversas criaturas de todo el mundo.
Alice escuchó atentamente cómo cada animal describía su experiencia: Desde luchar contra dragones en lo más profundo de un bosque encantado, hasta nadar junto a sirenas bajo aguas oscuras, pasando por atravesar desiertos repletos de bestias míticas, o hacer amistad con hadas en el fondo de pozos secretos… Los cuentos continuaron hasta que, por fin, el sol se puso detrás de ellos, indicando que era hora de irse a la cama.
Mientras Alicia caminaba lentamente de vuelta a casa sintiéndose inspirada por lo que acababa de escuchar, todo le pareció de repente mucho más vivo que de costumbre, ¡casi mágico! Se dio cuenta entonces de lo importante que es no dejar nunca de creer en criaturas grandes o pequeñas, porque a veces puedes encontrar algo especial cuando menos te lo esperas… ¡Como despertarse una mañana y descubrir rimas con historias de encuentros extraordinarios con diversas criaturas!
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