Érase una vez una hermosa ciudad llena de gente que vivía feliz. Pero un día, algo cambió en la ciudad…
En lo alto de la ciudad, en lo alto de una alta torre, se encontraba una vieja y deteriorada estatua de un príncipe. El príncipe había sido fabricado con oro y joyas, pero ahora sus ropas doradas estaban empañadas de color verde por el paso del tiempo y sus joyas se habían caído todas, dejando sólo piedras sin brillo. Miraba con tristeza la ciudad que tenía debajo y que ya no podía ver con claridad debido a su mala vista.
Un día, mientras miraba los tejados de los edificios que tenía debajo, se fijó en un pequeño gorrión posado en uno de ellos. Lo llamó: «¡Gorrioncillo! Ven aquí, por favor». El gorrioncillo agitó las alas, sorprendido, antes de volar lentamente hacia el príncipe, permitiéndole ver de cerca sus brillantes ojos azules salpicados de motas amarillas: ¡era realmente hermosa!
El príncipe le explicó por qué la había llamado: «Estoy triste porque ya no puedo llevar la felicidad a mi pueblo como antes». Le contó que todos los habitantes de la ciudad parecían tan infelices a pesar de todas sus riquezas y posesiones; que nunca parecían contentos o satisfechos con lo que tenían; que algunos incluso pasaban hambre cada noche a pesar de tener comida suficiente para todos. El Príncipe le preguntó si le ayudaría a devolver la alegría a sus vidas cogiendo algunas piezas de oro de su estatua cada noche y regalándolas a los que más lo necesitaran.
El gorrión aceptó sin dudarlo, ya que sabía que probablemente era su oportunidad de marcar la diferencia en un mundo tan injusto en el que no se trata a todo el mundo por igual -independientemente de si eres rico o pobre-, ¡porque la bondad debería compartirse siempre entre todos! Así que juntas emprendieron su misión cada noche devolviendo las sonrisas a los rostros de la gente mientras regalaban piezas de oro que les permitían comprar artículos necesarios como comida, ropa o medicinas, que de otro modo no podrían permitirse. Finalmente, después de meses de duro trabajo, la paz volvió a los muros de la ciudad feliz haciendo que tanto el Príncipe
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