Había una vez una niña llamada Maisha que vivía en la playa. Tenía un mejor amigo que era un pez volador, y les encantaba explorar juntos el océano.
Un día, mientras nadaban en el mar, notaron algo extraño: ¡la luna había desaparecido! Maisha y su mejor amiga empezaron a buscarla inmediatamente, pero no pudieron encontrar ningún rastro de dónde podría haber ido. Decidieron preguntar en el pueblo si alguien había visto algo inusual últimamente.
La pareja habló con mucha gente de su pueblo, incluidos pescadores y marineros que solían visitar lugares lejanos, pero nadie parecía tener una respuesta sobre lo que había pasado con la luna. Entonces, un día, al visitar a un viejo farero, éste les contó que hace mucho tiempo existía una isla encantada cuyos habitantes podían controlar el movimiento de las estrellas y las lunas en todo el universo.
Maisha y su mejor amiga sabían que ésa debía ser su única oportunidad de averiguar qué había pasado con su querida luna, así que sin dudarlo emprendieron una aventura por tierra y mar hacia esa misteriosa isla. Tras días de navegación por aguas traicioneras llenas de monstruos y criaturas desconocidas, finalmente llegaron a sus costas, completamente agotadas pero llenas de determinación.
En cuanto llegaron a la orilla, dos águilas gigantes descendieron desde lo alto portando un hermoso objeto con forma de media luna que resultó ser nada menos que… ¡la luna perdida! El mejor amigo de Maisha utilizó los poderes mágicos que le otorgaba su condición de criatura híbrida, en parte pez y en parte pájaro, para transportarla de vuelta a casa sana y salva sobre sus alas, justo antes de que volviera a caer la noche sobre su apacible aldea, cerca de la playa, ¡feliz para siempre!
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