Había una vez un niño llamado David que vivía en el campo de Italia. Siempre le había fascinado la cultura del país y quería explorarla algún día.
Por fin tuvo su oportunidad cuando sus padres decidieron llevarlo de vacaciones a Italia. Antes de que se fueran, David encontró un extraño hueso de melocotón tirado en el suelo fuera de su casa. La recogió y se la metió en el bolsillo, sin darse cuenta de lo mucho que este simple gesto cambiaría su vida para siempre.
Cuando llegaron a su destino, David no podía creer lo que veía: ¡hermosas colinas de viñedos y olivos hasta donde alcanzaba la vista! Por todas partes, la gente hablaba en italiano y había deliciosos olores de todo tipo de comida que se cocinaba en cada esquina.
Fue aquí donde ocurrió algo mágico: ¡el hueso del melocotón empezó a hablar! Hablaba con acento italiano y le contaba a David historias sobre su tierra natal: historias sobre los valores familiares, la amistad y el amor por la buena comida. Cuanto más escuchaba David estas historias, más se enamoraba de esta piedrecita, hasta que finalmente se enamoró profundamente de ella, ¡aunque no estuviera viva como otras cosas que le rodeaban!
David llevó esta piedrecita de melocotón a todas partes durante su viaje por Italia, visitando museos y catedrales y escuchando atentamente cada vez que hablaba de las tradiciones o costumbres de su país. Al hacerlo, desarrolló un aprecio por los hábitos alimenticios saludables, además de aprender algunas valiosas lecciones sobre el amor que se quedarán con él para siempre, independientemente de dónde le lleve la vida.
Deja una respuesta