Había una vez un pequeño monstruo amarillo muy especial. Era peludo y pequeño, y le gustaba vivir dentro de un viejo calcetín en un rincón de su habitación.
El monstruito amarillo tenía muchos amigos que venían todos los días a jugar con él. Se divertían mucho juntos. Un día decidieron ir todos a una aventura en el fondo del armario de su habitación.
Cuando llegaron al armario, se sorprendieron de lo que encontraron: ¡estaba lleno de criaturas increíbles! Había pájaros de colores que cantaban, ranas simpáticas que saltaban e incluso pequeños dragones que volaban. El pequeño monstruo amarillo sentía que podía quedarse allí para siempre.
Pero entonces uno de sus amigos se dio cuenta de algo extraño: una gran puerta dorada escondida en la esquina trasera del armario. ¡Ninguno de ellos la había visto nunca! Todos estaban demasiado asustados para abrirla, pero al final la curiosidad pudo con ellos y abrieron aquella misteriosa puerta… ¿y adivina qué? Llevaba directamente al exterior, a un jardín mágico lleno de flores y mariposas.
Era un lugar tan bonito que todos querían seguir explorando, pero justo cuando estaban a punto de hacerlo, ocurrió algo inesperado: ¡de repente aparecieron dos enormes osos de detrás de unos árboles! Pero en lugar de asustarse o huir, como habría hecho la mayoría de la gente en esta situación, estos valientes aventureros se mantuvieron firmes y los recibieron con los brazos abiertos. Por supuesto, estos osos resultaron no ser aterradores, sino protectores de buen corazón que les mostraron amablemente su nuevo hogar durante horas, hasta que al anochecer todos se despidieron a regañadientes, pero sintiéndose felices por haber vivido una aventura tan maravillosa junto a su querido amigo -el Pequeño Monstruo Amarillo- que les guiaba en aquel memorable viaje.
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