Había una vez un hermano y una hermana a los que les encantaba jugar todo el día. Una mañana, sus padres les pidieron que ayudaran a limpiar la casa. Los hermanos estaban entusiasmados.
Empezaron por recoger los juguetes del suelo del salón. Luego pasaron a ordenar sus dormitorios, asegurándose de que todo estaba en su sitio antes de pasar a otras habitaciones de la casa. Trabajaron muy bien juntos y pronto limpiaron todo el desorden que habían tenido durante mucho tiempo.
Los hermanos decidieron entonces que era hora de realizar algunas actividades divertidas, como fregar los cristales o aspirar las alfombras, ¡cualquier cosa que hiciera la limpieza más agradable! Aunque les llevó bastante tiempo, al final consiguieron limpiar a fondo todos los rincones de la casa.
Cuando sus padres volvieron por la tarde, estaban muy contentos con el trabajo que habían hecho los niños. Como recompensa por su duro trabajo, mamá y papá les dieron a cada uno un cucurucho de helado de lo más grande, ¡algo que ambos niños esperaban con impaciencia después de un día tan agotador!
Desde entonces, cada vez que hay cualquier tipo de desorden en la casa -por pequeño que sea- los hermanos siempre recuerdan lo que pasó cuando se ocuparon de La Gran Limpieza, ¡y siempre están dispuestos a echar una mano donde haga falta!
Deja una respuesta