Había una vez un bebé pulpo que vivía en el mar. Le encantaba explorar y vivía muchas aventuras, pero un día se metió en un lío.
Había estado nadando en busca de comida cuando vio algo interesante: una botella de plástico azul brillante que se balanceaba sobre las olas. En su interior había una burbuja de aire que la hacía parecer un pequeño mundo propio. El pulpo sintió curiosidad, así que decidió echar un vistazo más de cerca metiéndose por el agujero de la parte superior de la botella.
Pero en cuanto entró, ¡sus tentáculos se atascaron! Se retorcía y se retorcía, pero por mucho que lo intentara, ¡no podía volver a salir! ¡Pobre pulpo! Empezaba a sentirse muy asustado y solo.
De repente, desde el exterior llegó una voz que le llamaba por su nombre: era su mejor amigo de la escuela: ¡una vieja tortuga llamada Abuelo Shellback! El abuelo Shellback vio lo que había sucedido y supo lo que tenía que hacer: con un rápido movimiento de su aleta, la botella de plástico se rompió en pedazos y liberó de nuevo a nuestro valiente héroe.
Los dos amigos nadaron juntos de vuelta a casa, ¡sanos y salvos por fin! Todo el mundo aplaudió la valentía de Pulpo (¡y también la ayuda del abuelo Shellback!) A partir de entonces, ambos se mantuvieron alejados de las desagradables botellas de plástico, que pueden ser peligrosas trampas si no tienes cuidado… ¡sobre todo si eres pequeño como Pulpo!
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