Érase una vez, en una tierra lejana, tres hermanos llamados Freya, Odín y Thor. Eran los mejores amigos y siempre se cuidaban mutuamente.
Un día, mientras jugaban en el exterior de su pueblo, oyeron una voz desconocida que les llamaba desde el borde del bosque. La voz era profunda y retumbante como un trueno: ¡pertenecía a un gigante! Dijo que había convertido a todos sus amigos en piedra y que, a menos que alguien pudiera demostrar que era lo bastante valiente como para enfrentarse a él, ¡también los convertiría a ellos!
Sin dudarlo, Freya declaró que iba a rescatar a sus amigos, pero su hermano Odín se adelantó rápidamente en su lugar. Prometió al gigante que si dejaba libres a sus hermanos, sólo Odín se quedaría atrás y se enfrentaría a cualquier desafío que le esperara.
El gigante aceptó esta oferta, pero advirtió a Odín que sólo alguien con gran valor podría conseguir derrotarlo. Con el corazón encogido, Freya y Thor se despidieron mientras su hermano desaparecía en las profundidades del bosque tras los pasos del gigante en retirada.
Odín le siguió de cerca hasta que finalmente llegaron a un claro en el que se encontraban dos enormes piedras, una de ellas más grande que el pico de cualquier montaña; su cima llegaba hasta el mismísimo cielo; era el hogar de muchas criaturas, tanto grandes como pequeñas, que se refugiaban en sus grietas durante las tormentas o los duros inviernos de hace meses, cuando nadie se aventuraba a acercarse… Fue aquí donde se encontró frente a su mayor prueba: Encontrar lo que residía dentro de esta gran roca… ¡el escondite secreto del Gigante sin corazón! Después de buscar en lo alto
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