Había una vez un niño llamado Muzi. Le encantaba construir cosas, desde torres de bloques hasta barcos de palos. Todos los días reunía sus materiales y se adentraba en el bosque en busca de nuevas ideas para construir.
Pero un día, Muzi decidió que quería crear algo aún más grande: ¡la mejor cosa del mundo! Con todo el entusiasmo y la creatividad que llevaba dentro, se embarcó en una aventura por el bosque para descubrir qué podría ser esa Mejor Cosa de la Historia.
Muzi buscó por todas partes hasta que finalmente encontró un gran tronco de árbol con ramas que se alzaban hacia el cielo. Inspirado, Muzi se puso a recoger más madera para empezar a construir un refugio alrededor de la base del tronco. Pronto se hizo lo suficientemente robusto como para subir al tejado: ¡se había construido una impresionante casa en el árbol!
Desde lo alto de su percha en el cielo, Muzi observó todo lo que le rodeaba con emoción y admiración; de repente sintió que todo era posible si te lo proponías. Después de admirar su obra con orgullo durante algún tiempo, Muzi supo en el fondo que aquello era, en efecto, ¡La mejor cosa del mundo!
Y así, a partir de entonces, cada mañana, en cuanto amaneciera, verías al pequeño Muzi corriendo de nuevo hacia esos mismos bosques, listo para cualquier nueva aventura que le esperara al crear La Mejor Cosa de la Historia.
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