Érase una vez, en una pequeña aldea vivía una anciana abuela. Era amable y sabia, y estaba llena de historias y risas que compartía con los niños que iban a visitarla.
Un día, cuando el sol empezaba a ponerse en el horizonte, la abuela llamó a todos sus nietos para que se reunieran alrededor de su silla. Cuando cada uno de ellos ocupó su lugar alrededor de sus pies, les sonrió cariñosamente y les dijo que era la hora del cuento para dormir, pero antes de que esto ocurriera, ¡tenía una cosa más en la manga!
Metió la mano en un bolsillo del lateral de su silla y sacó una hermosa mariposa que agitó sus alas con deleite. Los nietos se quedaron boquiabiertos; ¡nunca habían visto tanta belleza tan de cerca!
Los ojos de la abuela centellearon con picardía cuando preguntó a todos: «¿Cómo llamáis a dos mariposas que se besan?». Los niños se miraron confusos hasta que finalmente un valiente levantó la mano y dijo: «No sé… ¿cómo se llama a dos mariposas que se besan?». La abuela sonrió ampliamente mientras respondía: «¡Risa de mariposa!». Todo el mundo estalló en carcajadas; incluso los que no entendían qué era lo que hacía gracia se dejaron llevar por el momento.
Después, la abuela los arropó a todos en la cama, no sin antes recordarles cuánta alegría puede dar la familia cuando compartimos momentos especiales juntos como éste, ¡chistes de mariposas incluidos!
El final
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