Había una vez una pareja de ancianos que vivía en el campo. Eran personas muy amables y generosas, siempre dispuestas a ayudar a sus vecinos necesitados.
Un día, dos desconocidos llamaron a su puerta pidiendo comida y alojamiento para la noche. La pareja de ancianos los recibió con los brazos abiertos y les ofreció una comida caliente y un lugar para dormir junto a su chimenea.
A la mañana siguiente, cuando llegó la hora de que los dos desconocidos se marcharan, agradecieron profusamente a la pareja de ancianos su hospitalidad, pero no tenían forma de pagarles. Cuando empezaron a alejarse de la cabaña, uno de ellos se dio cuenta de que había algo tirado en el suelo cerca de donde había estado durmiendo: ¡era un viejo cántaro de barro! Lo recogió y se lo entregó a su compañero como muestra de gratitud antes de continuar su camino.
Sin que nadie lo supiera aquel día, este cántaro de arcilla tenía propiedades mágicas: cada vez que alguien vertía agua en él o bebía de su pico, ¡se cumplían tres deseos! Por supuesto, ninguno de los implicados lo sabía al principio, así que se limitaron a darse las gracias una vez más antes de separarse.
La pareja de ancianos siguió con su vida habitual hasta que un día se quedaron sin agua mientras trabajaban en su jardín. Desesperados, decidieron probar a utilizar el milagroso cántaro de arcilla que les habían regalado aquellos dos desconocidos todas aquellas semanas; para sorpresa de todos, después de verter un poco de agua fresca en él, no sólo se llenó por sí solo, sino que proporcionó suficiente refresco líquido para cualquier tarea que tuvieran por delante. A partir de entonces, cada vez que cualquiera de los miembros de esa familia necesitara ayuda, sólo tendría que verter un poco de agua en ese mismo cántaro de arcilla y, voilà, ¡su deseo se cumpliría!
Esta historia sirve de ejemplo de que la bondad siempre tiene recompensa; no importa lo pequeñas o grandes que sean nuestras acciones, ¡nunca podemos saber qué resultado positivo tendrán nuestras buenas acciones! Así que sigue siendo amable, amigo, porque nunca sabes cuándo podrías recibir tu propio regalo milagroso, como hizo esta maravillosa pareja de ancianos hace tiempo…
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