Encontré la magia
Había una vez un pequeño oso llamado Teddy que vivía en el bosque. Era un pequeño aventurero y nada le gustaba más que explorar la naturaleza con sus cinco sentidos.
Un día, decidió explorar el bosque más a fondo de lo habitual. Mientras caminaba entre los árboles y los arbustos, contempló las vistas que le rodeaban: los altos árboles que se alzaban hacia el cielo, las flores silvestres que se mecían con la brisa y los pájaros que piaban alegremente a su alrededor. Se detuvo a escuchar atentamente todos esos sonidos; ¡era como una sinfonía mágica!
Teddy volvió a seguir su camino y pronto se encontró con un río que corría por el suelo del bosque. Contempló cómo las chispeantes gotas de agua danzaban en su superficie, reflejando la luz desde arriba como diminutos diamantes que brillan a la luz del sol. Probar un poco de esta agua fresca hizo que la boca de Teddy se sintiera viva de placer.
Lo siguiente que llamó la atención de Teddy fue algo extraño que le hizo cosquillas en la nariz: ¡olía dulce y terroso al mismo tiempo! Siguiendo este olor hacia el interior del bosque, se encontró con unas preciosas flores moradas que crecían entre las rocas: ¡eran campanillas! Tomar una de ellas en la pata hizo que Teddy sonriera, ya que sus delicados pétalos se sentían suaves contra su piel.
Finalmente, después de haber explorado todo lo demás hasta ahora, Teddy pensó: «¿Y mi sentido de la magia?» Así que cerró los ojos y respiró profundamente mientras se concentraba en lo que podía encontrar dentro de sí mismo: la resistencia, la confianza en sí mismo… y, de repente, ocurrió algo extraordinario: ¡cuando volvió a abrirlos había cientos de luciérnagas brillantes bailando a su alrededor! Esto fue realmente espectacular e hizo que Teddy se sintiera conectado a algo más allá de sí mismo; esta sensación se quedó con él para siempre después de aquel día…
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