Érase una vez un niño llamado Fezile al que le encantaba explorar y encontrar cosas. Le gustaba especialmente encontrar zapatos, pero tenía una misión especial: encontrar el par perdido de su abuela.
Fezile buscó por toda la casa durante días, revisando cada rincón en busca del par de zapatos perdido. Pero en lugar de encontrar los de su abuela, ¡seguía encontrando otros pares! Encontró un par de sandalias rosas brillantes, unas cómodas zapatillas azules, ¡e incluso un viejo par de botas de vaquero!
Preguntó a su familia si alguno era su calzado, pero todos le dijeron que no. Con cada nuevo descubrimiento surgían más preguntas: ¿de quién es este zapato?
Entonces Fezile decidió sacar cada zapato nuevo al patio trasero y buscar hasta encontrar a su legítimo dueño. Así que eso es lo que hizo, turnándose cada día para llevar a casa otro zapato misterioso. Después de ir de puerta en puerta preguntando a todos los habitantes del pueblo si sabían algo de la misteriosa colección de calzado que Fezile había acumulado, ¡por fin alguien respondió afirmativamente! ¡Resultó que cada uno de ellos pertenecía a alguien diferente! Su gran aventura tuvo éxito, ya que Fezile pudo devolver cada zapato a su dueño… excepto uno, ¡que resultó ser el par perdido de su abuela!
La abuela, que por fin se reunió con sus queridos zapatos después de un viaje tan emocionante, no podía estar más contenta ni más orgullosa de la determinación y la amabilidad de su nieto al ayudar a otros a reencontrarse con sus objetos perdidos.
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