Había una vez una viejecita que vivía en un zapato. Tenía tantos hijos que no sabía qué hacer.
La ancianita se levantaba temprano todos los días y se aseguraba de que todos sus hijos estuvieran alimentados y listos para la escuela. Cocinaba el desayuno, preparaba los almuerzos y los vestía a todos antes de que salieran de casa.
Todas las noches, después de la cena, la anciana les leía cuentos a sus hijos antes de meterlos en la cama. Su cuento favorito era el de un valiente caballero que luchaba contra los dragones con su espada. ¡A los niños también les encantaba!
Un día, la anciana decidió llevar a sus hijos a una aventura. Les puso el abrigo y los llevó al exterior, donde fueron a explorar el bosque cercano. Vieron a los conejos saltar por ahí y oyeron el canto de los pájaros en los árboles que había sobre ellos. ¡Fue mágico!
De vuelta a casa tras el paseo, se encontraron con un castillo abandonado rodeado de altos muros de piedra. Los niños querían explorar el interior, pero la anciana les dijo que era demasiado peligroso para criaturas tan pequeñas como ellos. Sin embargo, les prometió que, si eran lo suficientemente valientes, los llevaría de vuelta algún día…
Cuando llegaron a su casa, todos los niños corrieron entusiasmados contando a todo el mundo su asombrosa aventura, mientras la ancianita sonreía orgullosa observándolos a todos desde la distancia.
No sabían que ese mismo castillo no estaba tan abandonado después de todo… En su interior vivía una bruja malvada que había estado tramando algo perverso desde que se instaló allí semanas atrás… Pero por suerte nuestros héroes nunca supieron nada mejor o, de lo contrario, ¿quién sabe qué tipo de problemas podrían haber ocurrido?
A medida que pasaba el tiempo, las cosas parecían perfectamente normales hasta que una mañana empezaron a oírse extraños ruidos en el interior de la casa-zapato… Todo el mundo miraba a su alrededor confundido hasta que, de repente, ¡salieron cientos y cientos de libélulas zumbando por cada habitación en busca de algo misterioso! ¿Qué puede estar pasando?
Después de mucho investigar, nuestras inteligentes heroínas descubrieron que esas libélulas pertenecían nada menos que a nuestra querida bruja de antes; al parecer, había enviado a esas libélulas en busca de los ingredientes necesarios para una especie de hechizo que se realizaría más tarde, a la luz de la luna… Por suerte, con la ayuda de algunas simpáticas criaturas del bosque, conseguimos detenerla justo a tiempo antes de que ocurriera algo malo. ¡Y así terminó otra emocionante aventura dentro de «La ancianita que vivía en un zapato»!
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