Había una vez un anciano y su gran oso blanco que vivían en una pequeña cabaña en lo profundo del bosque. Llevaban muchos años viviendo juntos, pero un día ocurrió algo inesperado.
El anciano se despertó y descubrió que su casa estaba ahora habitada por una pandilla de traviesos trolls. Los trolls eran ruidosos y revoltosos y lo único que les gustaba era causar problemas a cualquiera que se acercara demasiado. El anciano se asustó mucho, pero el gran oso blanco se adelantó con valentía y declaró que se quedarían en su casa hicieran lo que hicieran aquellos molestos trolls.
Los trolls se rieron de la osadía del oso, pero éste no se amilanó. Utilizó toda su fuerza para mantenerlos alejados de él y del anciano cada noche cuando salían en busca de travesuras. Una noche, sin embargo, las cosas dieron un giro inesperado cuando un trol se coló en su casa mientras todos los demás dormían.
El gran oso blanco entró rápidamente en acción y lo persiguió con notable agilidad dado su tamaño; ¡acabando por acorralarlo detrás de unos barriles donde no podía escapar! Ver esta muestra de valor envalentonó al anciano, que pasó a regañar al trol por atreverse a invadir su casa, antes de devolverlo al exterior con una severa advertencia de que no volviera nunca más.
A partir de entonces, cada vez que algún otro trol se aventurara cerca de su casa, se encontraría con la feroz resistencia tanto del anciano como de su intrépido compañero -el gran oso blanco-, ¡hasta que finalmente ninguno se atrevió a acercarse nunca más! Gracias al pensamiento independiente, al exceso de confianza, a la seguridad en sí mismos -y sobre todo al trabajo en equipo- de estas dos valientes almas, ¡la paz ha vuelto a esta parte del bosque!
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