Érase una vez, en una bulliciosa ciudad de la costa este de Florida, una bolera llamada Alligator Alley. Siempre estaba llena de gente que buscaba una noche emocionante, ¡y normalmente lo conseguía!
Pero un día ocurrió algo inesperado. Cuando los clientes entraban en la bolera, oyeron fuertes graznidos procedentes del interior. Todos se pararon a mirar y vieron algo que nunca pensaron que verían: ¡un caimán paseando por la pista!
Los clientes retrocedieron rápidamente cuando el caimán pasó junto a ellos hacia los bolos del otro extremo de la pista. El gerente se apresuró a preguntar frenéticamente qué quería, pero no obtuvo respuesta alguna, salvo más graznidos de enfado. Sabía que esto no iba a salir bien, así que volvió a correr detrás de su mostrador y marcó el 911.
Pronto llegaron los agentes de policía, con expertos en fauna salvaje detrás de ellos, con la esperanza de capturar a esta criatura salvaje antes de que pudiera causar algún daño a cualquier persona o cosa en el Callejón del Caimán. Pero cuando se acercaron a él con cautela, esperando que les chasqueara como hacen la mayoría de los caimanes, todos se sorprendieron cuando, en lugar de eso, se inclinó graciosamente y empezó a hacer trucos.
Hizo equilibrios con pelotas en su hocico, saltó a través de aros sostenidos por algunos valientes voluntarios de entre la multitud e incluso consiguió unos cuantos golpes que hicieron que todo el mundo aplaudiera a rabiar. Después de cada truco que hacía, todo el mundo aplaudía hasta que, finalmente, incluso sus enemigos naturales se olvidaron de querer atraparlo, y se limitaron a disfrutar de un espectáculo increíble que se desarrollaba ante sus ojos.
Al final, tras varias horas de entretenimiento, parecía que la cosa se estaba acabando, pero de repente, sin previo aviso, cogió una última bola en la boca y se lanzó directamente hacia otro grupo de espectadores que le aclamaban y que estaban de pie justo al lado de su hogar acuático, en el exterior… ¡y se lanzó de nuevo a por ella, dejando a todo el mundo completamente aturdido, pero con una sonrisa de oreja a oreja, debido a la increíble experiencia que acababan de presenciar en el Callejón del Caimán aquella noche!
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