Érase una vez, en lo profundo del bosque, un roble antiguo y sabio. El viejo roble era querido por todos los animales que vagaban por su bosque. Todas las noches susurraba historias de aventura y bondad a quien quisiera escucharlas.
Una noche, cuando el crepúsculo recorría la tierra, el Viejo Roble sintió algo diferente en el aire. Supo que había llegado el momento de emprender su último viaje y se despidió de todos sus amigos del bosque con tristeza en el corazón.
A la mañana siguiente, hubo una gran conmoción entre los animales al despertarse de sus sueños: ¡todos habían oído la voz del Viejo Roble por última vez! Se contaban con entusiasmo lo que había dicho: historias de amistad y valentía que les llenaban de valor y esperanza.
Esa tarde se reunieron alrededor del tronco del Viejo Roble para darle un último abrazo de despedida antes de que emprendiera su viaje hacia el sueño eterno. Mientras le abrazaban con fuerza, las lágrimas rodaron por sus mejillas, pero pronto se secaron al recordar lo valiente que había sido el viejo roble durante toda su vida en el bosque.
El viejo roble les sonrió con tristeza y luego cerró lentamente los ojos para siempre…..el mundo quedó en silencio, aparte de los pájaros que cantaban dulcemente en homenaje a este magnífico y viejo amigo suyo….
Después de que pasaran muchos días sin que el viejo roble diera señales de vida, de repente un día ocurrió algo extraño. ¡Un pequeño retoño empezó a crecer de entre dos raíces de donde el viejo roble solía estar alto! Las criaturas lo miraron con asombro: ¿podría estar ocurriendo esto? ¿Podría el viejo roble haber vuelto después de todos estos años?
Se agolparon a su alrededor esperando respuestas cuando, de repente, una voz salió de su interior: ¡No era otro que nuestro querido viejo roble! Les contó historias sobre aventuras lejanas que alegraron a todos, porque ahora más que nunca necesitaban ánimos y palabras amables como las que sólo compartía nuestro querido amigo.
Con los alegres vítores que resonaban entre los árboles, ¡todos lo celebraron! A partir de entonces, todas las noches, antes de acostarse, los pequeños preguntaban a sus padres si esta noche habría otro sueño compartido por el Viejo Roble, como antes… De esta forma, aunque ya no estuviera físicamente presente, los recuerdos del sabio roble seguían viviendo felizmente dentro de los corazones de todos… ¡¡Para siempre!
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