Había una vez dos hermanos llamados Carlos y Maya. Vivían en una gran ciudad de la Tierra con sus padres. El día del cumpleaños de Carlos, sus padres le hicieron el mejor regalo: ¡unos billetes para ir a explorar el espacio!
Carlos estaba tan emocionado que apenas podía contenerse. Siempre le había fascinado el espacio y anhelaba una aventura fuera de este mundo. Pero cuando abrió los billetes, no eran en absoluto lo que esperaba: en lugar de poder explorar el espacio por sí mismo, ¡sólo era una visita al observatorio local!
Maya se dio cuenta de la decepción de su hermano. Quería asegurarse de que su día especial terminara con una buena nota, así que decidió sorprenderle con un regalo aún mejor que el que habían planeado sus padres: ¡ella misma le llevaría al espacio exterior!
A la mañana siguiente, reunieron algunas provisiones y subieron a la nave espacial de Maya, que había construido desde cero en su tiempo libre. Mientras surcaban las estrellas, Carlos no podía creer lo que veían sus ojos: ¡todo lo relacionado con el espacio exterior era mágico! Después de explorar diferentes planetas, galaxias y sistemas estelares, Carlos pensó que debía ser uno de los mejores cumpleaños de su vida.
De vuelta a casa después de su viaje cósmico, ambos niños coincidieron en que, a pesar de no haber conseguido exactamente lo que esperaba en un principio, gracias al amor y la creatividad de su hermana, ¡resultó incluso mejor de lo imaginado!
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