Había una vez un conejo en el bosque llamado Conejo. Era un conejo aventurero al que le gustaba explorar nuevos lugares y vivir experiencias emocionantes. Un día, Conejo oyó una gran conmoción procedente de lo más profundo del bosque. De repente, vio lo que parecían cientos de flechas lloviendo desde arriba.
Conejo corrió rápidamente a refugiarse bajo unos arbustos cercanos. Desde su escondite, pudo ver que las flechas eran lanzadas por alguien o algo en lo alto de uno de los árboles. Pero, ¿quién o qué estaría lanzando tantas flechas? ¿Y por qué?
El valiente conejo decidió emprender una búsqueda para averiguar quién estaba atacando su querido hogar del bosque. Se alejó saltando entre las altas hierbas y pronto se encontró con un viejo búho encaramado a la rama de un roble cercano. «Viejo búho», preguntó nervioso Conejo, «¿sabes quién está disparando estas flechas?». La vieja y sabia lechuza sacudió la cabeza con tristeza y dijo que ella tampoco lo sabía, pero que últimamente había visto varias criaturas extrañas merodeando con arcos y flechas en las manos.
Conejo agradeció a la vieja lechuza su ayuda antes de adentrarse de nuevo en el bosque en busca de respuestas sobre aquel misterioso atacante. A medida que se adentraba en el bosque, notó que éste se volvía cada vez más oscuro, hasta que finalmente tropezó con una gran hoguera rodeada de pequeñas figuras de animales que llevaban máscaras de colores sobre sus rostros. ¡Fue entonces cuando Conejo se dio cuenta de que aquellos debían ser los atacantes responsables de todas aquellas flechas voladoras!
Observó cómo seguían disparando más flechas a las dianas colocadas a su alrededor mientras cantaban extrañas canciones juntos alrededor de su hoguera, claramente divirtiéndose a pesar de que podían destruir parte de su querido hogar al hacerlo… Finalmente, reuniendo el valor suficiente para acercarse a ellos, Conejo salió con valentía de su escondite y les preguntó por qué hacían esas cosas… ¡sólo para descubrir que en realidad sólo estaban practicando juntos sus habilidades de tiro con arco! Resultaron ser animales amistosos que se divertían jugando, ¡sin intención de dañar a ningún ser vivo ni a las plantas de esta hermosa zona boscosa!
Después de conocer esta verdad sobre estas inofensivas criaturas que simplemente se dedicaban a actividades lúdicas sin intención maliciosa o mala detrás de todo ello, Conejo se sintió aliviado, aunque siguió siendo cauteloso como siempre al aventurarse por su boscoso hogar a partir de entonces…
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