Había una vez una niña llamada Zandi. Vivía en la ciudad con su madre y su padre, pero a menudo se sentía sola y deseaba tener alguien con quien jugar. Un día, cuando Zandi paseaba por su barrio, oyó un ruido extraño que parecía un chirrido. Siguió el sonido hasta que la llevó a un callejón entre dos edificios.
Curiosa por saber qué podía estar haciendo un ruido tan extraño, Zandi se asomó al interior del callejón y vio algo muy inesperado: ¡una pequeña criatura hecha de plumas! Parecía casi un pájaro, pero también tenía rasgos humanos: ojos grandes y brazos que se agitaban hacia Zandi como si le hicieran señas para que se acercara.
Zandi no podía creer lo que estaba viendo; ¡debía ser el Monstruo de las Aves! Le dijo que llevaba un tiempo viviendo en el callejón y le preguntó si podían ser amigos; ¡por supuesto, Zandi dijo que sí! Desde entonces eran inseparables; Birdy Monster iba a todas partes con Zandi, ya fuera a la escuela o de compras con sus padres. Cuando la gente le preguntaba quién era su amigo, él se limitaba a hacer ruidos de gorjeo que a todo el mundo le parecían graciosos, tan graciosos que todo el mundo empezó a llamarle «Monstruo Pájaro».
Pronto todo el mundo supo de la amistad del Monstruo de los Pájaros con Zandy, aunque nadie más lo viera realmente, salvo aquellas pocas veces en que se adelantaba a ellos durante sus paseos juntos por la ciudad. A pesar de su naturaleza misteriosa, todos los vecinos adoraban al Monstruo de los Pájaros por la alegría que aportaba a la vida de Zandy con sus aventuras juntos: desde volar cometas en días soleados hasta jugar al escondite a la luz de la luna bajo árboles cubiertos de estrellas… ¡parecía que cada día tenía una nueva emoción para ambos!
Todas las noches, antes de acostarse, no importaba dónde estuvieran o lo cansados que estuvieran en el camino de vuelta a casa, el Monstruo Pajarito siempre le daba a su mejor amigo un último abrazo de despedida antes de darle las buenas noches (aunque en realidad no podías verlo a menos que supieras exactamente dónde mirar). Y aunque han pasado muchos años desde entonces, esos mismos abrazos especiales siguen perdurando cálidamente en los corazones de ambos… ¡ya que la verdadera amistad nunca se desvanece!
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