Hipopótamo quiere bailar
Había una vez un hipopótamo muy feliz llamado Hippo. Vivía en la sabana africana y le encantaba bailar, ¡pero sus movimientos molestaban a todos! Cada vez que movía su gran cuerpo, los demás animales huían o la regañaban por ser demasiado ruidosa.
Hipona estaba muy triste porque nadie quería bailar con ella. Echaba de menos divertirse y mostrar sus mejores movimientos. Un día, mientras caminaba por las praderas, oyó una música que venía de lejos y ¡le dieron aún más ganas de bailar!
Así que Hipona decidió que ya estaba harta de sentirse excluida y se puso a bailar sola. Pero cuando todos los demás animales lo vieron, se rieron de lo torpe que parecía y le dijeron que dejara de hacer tanto ruido. La pobre Hipona se sintió avergonzada y huyó llorando a la selva, donde nadie podía encontrarla.
Pero poco sabía Hipopótamo que en lo más profundo de la selva vivían unas criaturas amistosas a las que también les gustaba hacer bulla como locos: ¡los monos! Los monos estaban tan impresionados por el entusiasmo de Hipopótamo por el baile que le invitaban a volver todos los días para que pudieran tener su propia fiesta privada juntos sin que nadie les juzgara.
Los dos pronto se hicieron muy buenos amigos mientras bailaban durante toda la noche hasta el amanecer, explorando nuevas formas de mover sus cuerpos juntos en armonía con el ritmo de la naturaleza. Cada mañana, cuando volvía a amanecer, ambos estaban agotados, pero con una sonrisa de oreja a oreja, sabiendo que ahora ya nadie puede decirles cómo o qué hacer, ¡porque todas sus imperfecciones son perfectas tal y como son!

Deja una respuesta