Había una vez una tierra mágica llamada el Paraíso de los Niños. Este increíble lugar estaba lleno de todo tipo de cosas divertidas para que los niños hicieran y exploraran.
En este paraíso, ¡cada día parecía una aventura! Había tantos lugares maravillosos para que los niños jugaran, desde casas en los árboles del bosque hasta piscinas en el río. ¡Dondequiera que miraras había algo nuevo y emocionante esperando a ser descubierto!
Un día, dos valientes aventureros llamados Jack y Sarah decidieron que querían explorar esta tierra tan especial. Hicieron las maletas llenas de bocadillos y emprendieron el viaje.
En su camino por el bosque se encontraron con una misteriosa cueva que parecía muy atractiva. Dentro encontraron una pequeña puerta que conducía a un mundo aún más grande en su interior: ¡era el Paraíso de los Niños!
Jack y Sarah estaban asombrados por todo lo que les rodeaba: había columpios hechos de bastones de caramelo, toboganes hechos de arco iris, castillos hinchables llenos de nubes de algodón de azúcar, luciérnagas revoloteando por todas partes… ¡era realmente un espectáculo increíble! Mientras paseaban explorando todo con asombro, Jack se dio cuenta de algo extraño: ¡no parecía haber nadie más aquí!
De repente, oyó unas risas procedentes de su espalda: ¡resultó que unos simpáticos elfos les habían estado observando todo el tiempo! Los elfos dijeron que todos los demás se habían marchado ya porque estaba oscureciendo fuera, pero que si Jack y Sarah se quedaban, tal vez podrían reunirse con ellos mañana por la mañana, cuando todos regresaran. Los entusiasmados aventureros aceptaron sin dudarlo: ¡qué mejor manera de pasar su primera noche en el paraíso que haciendo nuevos amigos!
A la mañana siguiente, cuando todos llegaron de vuelta al Paraíso de los Niños, Jack y Sarah no podían creer lo bien que se lo habían pasado durante su estancia: ¡jugando con otros niños mientras corrían de un lado a otro probando diferentes actividades cada hora! Incluso recibieron helados como regalo de unos simpáticos elfos ayudantes que sirvieron cuidadosamente golosinas durante todo el día. Qué maravillosa sorpresa para dos felices exploradores que disfrutan de la vida juntos en un lugar tan encantador como éste…
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