Érase una vez, en el reino mágico de Lala Land, que vivían muchos animales maravillosos. Cada animal tenía sus propias habilidades que ayudaban a mantener la tierra limpia y ordenada.
El primer animal era el Conejo Conejo, que era muy rápido y eficiente recogiendo pequeños trozos de basura en el suelo y llevándolos a su guarida, donde los almacenaba hasta el día siguiente, cuando podía llevarlos para reciclarlos.
Después vino el Oso Panda, al que le encantaba organizar las cosas en montones ordenados para poder encontrarlas fácilmente más tarde. También le gustaba barrer la suciedad o los restos de su casa cada mañana antes de salir a pasear por el reino.
El Rey León también desempeñaba un papel importante en el mantenimiento de la limpieza de Lala Land, asegurándose siempre de que nadie dejara restos de comida por ahí que pudieran atraer a otros animales salvajes a la ciudad. A menudo patrullaba con los miembros de su manada a altas horas de la noche para asegurarse de que no ocurriera nada malo.
La Princesa Mariposa era otro personaje clave en esta historia, ya que volaba esparciendo polen allá donde iba, ayudando a todo tipo de plantas a crecer sanas y fuertes. También se aseguraba de que todo el mundo mantuviera su casa en buen estado, limpiando todos los días.
Por último, el Príncipe Rana utilizaba su larga lengua para recoger grandes trozos de basura cerca de los estanques o ríos que, de otro modo, podrían haber sido arrastrados a otras partes de Lala Land causando problemas de contaminación. Haciendo esta pequeña pero importante tarea todos los días, el Príncipe Rana se aseguraba de que las fuentes de agua se mantuvieran seguras y limpias para todas las criaturas que vivían cerca.
Todos estos animales trabajaron juntos todos los días para mantener su querido hogar limpio y ordenado, demostrando una vez más lo que puede ocurrir cuando todos trabajamos juntos por algo grande.
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