Había una vez un niño llamado Elmer Elevator que vivía en la ciudad de Blandsville. Siempre había querido visitar lugares lejanos y un día decidió emprender una aventura.
Elmer se encontró caminando por un bosque cuando vio algo muy extraño: ¡era un dragón! El dragón le contó cómo su padre había sido capturado por un rey malvado, que lo tenía prisionero en la Isla Salvaje.
El dragón le pidió ayuda a Elmer para rescatar a su padre, así que Elmer aceptó y partieron hacia la Isla Salvaje. Cuando llegaron a la isla, el dragón le dio a Elmer tres regalos: un jabón invisible, una cuerda mágica y unos zapatos voladores que le ayudarían a superar cualquier obstáculo que les impidiera el paso.
Juntos se colaron en el castillo donde vivía el malvado Rey, pero por desgracia fueron descubiertos por algunos de los guardias del Rey. Por suerte, Elmer se acordó de su jabón invisible y lo utilizó para volverlos a todos invisibles antes de huir con el padre del Dragón.
Sin embargo, el malvado Rey no estaba contento y los persiguió rápidamente. Para escapar de él, Elmer utilizó su cuerda mágica que creaba muros alrededor de ellos que impedían que nadie los atravesara mientras ellos huían lo más rápido posible utilizando sus zapatos voladores.
Pronto se pusieron a salvo en la playa de la Isla Salvaje, donde ambos dragones pudieron reunirse por fin. Después de agradecerse mutuamente por haber ayudado a rescatar a su padre, Elmer se despidió de su nuevo amigo antes de emprender el camino de vuelta a casa sintiéndose muy orgulloso de lo que había conseguido durante esta increíble aventura.
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