Había una vez una niña fósforo que vivía en una familia muy pobre. No tenía ropa de abrigo para protegerse de las frías noches de invierno ni comida para comer. Lo único que tenía era un manojo de cerillas que vendía en la calle por sólo un céntimo cada una.
Una Nochebuena, la niña de las cerillas salió al frío con sus fósforos, con la esperanza de que alguien los comprara para poder tener suficiente dinero para comprar algo de comer y quizá incluso algo de ropa nueva. Pero nevaba mucho y nadie quería enfrentarse a la tormenta por una cantidad de dinero tan insignificante. A medida que se acercaba la noche, la pequeña cerillera empezó a sentirse cada vez más desesperada porque la gente pasaba sin comprarle nada.
Finalmente, desesperada, golpeó una de sus cerillas contra su caja sólo para obtener un poco de calor antes de que se quemara rápidamente, como todo en la vida lo hacía entonces demasiado pronto para su gusto. Sin embargo, para su sorpresa, en lugar de desvanecerse como las llamas normales, ¡esta llama en particular parecía más brillante de lo habitual! Se encendió a un metro y medio por encima del nivel del suelo, como si fueran diminutas estrellas que titilaran en medio de toda la oscuridad que les rodeaba, emitiendo un resplandor etéreo que iluminaba su entorno con su suave pero potente brillo.
La pequeña cerillera se sintió reconfortada de repente por esta luz radiante, casi como si la magia estuviera actuando aquí de alguna manera… Sus ojos se abrieron de par en par con asombro ante lo que vieron: Una enorme mesa de banquete repleta de alimentos de aspecto delicioso: postres apetitosos, pollo asado, puré de patatas… ¡Todo ello brillaba bajo aquellas luces mágicas! ¡Casi parecía que el mismísimo cielo había bajado justo al lado! Y justo cuando pensaba que las cosas no podían ir mejor, aparecieron también tres grandes regalos bellamente envueltos, cada uno de los cuales contenía algo especial para ELLA.
Sin embargo, tan rápido como llegaron, estos maravillosos regalos desaparecieron con la misma rapidez, dejando tras de sí nada más que recuerdos de lo que podría haber sido… Pero, de alguna manera, a pesar de toda esta tristeza y decepción, nuestra valiente heroína encontró consuelo al saber que, durante estos tiempos oscuros, alguien, en algún lugar, se preocupó por los demás lo suficiente como para hacer realidad estos increíbles milagros…
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