Érase una vez un ratoncito llamado Johnny Town-Mouse. Era muy pequeño y le encantaba correr por la ciudad en busca de aventuras.
Juanito se levantaba por la mañana y corría por las calles en busca de algo emocionante que hacer. Un día, mientras exploraba, se encontró con una vieja puerta de madera en la que crecía hiedra. Intrigado por lo que había más allá de esta misteriosa puerta, Juanito decidió investigar más a fondo.
Abrió la puerta de un empujón y entró para encontrarse con un hermoso prado lleno de flores silvestres. El aire olía dulcemente y los pájaros cantaban en los árboles por encima de él. De repente, Juanito oyó otro ruido procedente de las cercanías: ¡era otra persona!
¡Resultó que esa otra criatura que vivía en ese lugar secreto no era un pájaro ni un animal, sino otro ratón llamado Timmy Country-Mouse! Enseguida se hicieron grandes amigos y jugaron juntos hasta la noche, cuando se quedaron dormidos bajo uno de los robles gigantes que había junto al prado.
A la mañana siguiente, Timmy le enseñó a Juanito su casa en el campo, donde comieron muchas cosas deliciosas, como manzanas, queso y panal de miel. Después de comer, volvieron a salir al exterior para que Timmy pudiera mostrar todos sus trucos: trepar a los árboles, saltar por encima de los troncos y cavar túneles en las laderas, ¡como auténticos ratones aventureros!
Pero pronto empezó a llover a mares, así que ambos ratones tuvieron que volver a refugiarse en el interior hasta que las cosas se calmaron de nuevo. Sin embargo, Johnny no tardó en echar de menos su propia casa en la ciudad, así que finalmente se despidió del ratón de campo Timmy, que le deseó buena suerte en su viaje de vuelta.
Y, efectivamente, después de viajar durante días y días -sin perderse ni una sola vez-, Juanito Ratón de Pueblo llegó sano y salvo a su casa, donde su familia le esperaba ansiosamente. A partir de entonces, cada vez que se hablaba de ratones exploradores valientes, nadie se olvidaba de nuestro héroe: ¡Johnny Town-Mouse!
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