Había una vez una niña llamada Amy que tenía algo especial. Tenía una luz mágica que brillaba dentro de su corazón y difundía su amor a todos los que la rodeaban.
Un día, decidió llevar su luz al mundo y compartirla con los demás. Mientras caminaba por el parque, la gente le sonreía por la calidez que irradiaba de su interior. Muy pronto, más personas empezaron a notar el brillo mágico que salía del corazón de Amy y se llenaron de una alegría inexplicable sólo por estar cerca de ella.
Amy siguió caminando hasta que se encontró con una anciana sentada en un banco que necesitaba ayuda. Sin dudarlo ni temerlo, Amy se ofreció a ayudar a esta anciana a llevar la compra a casa desde el mercado, simplemente por la bondad que brillaba en su interior. La anciana le agradeció amablemente que levantara una carga tan pesada y le dijo a Amy que era uno de los actos de bondad más hermosos que alguien había hecho por otra persona en todos sus años en la tierra. Esto hizo que Amy sonriera alegremente, porque sabía que ese poquito de luz que llevaba podía hacer que otra persona sintiera tanta alegría.
Después, como si se tratara de un milagro, más personas empezaron a acercarse a Amy y a preguntarle cómo podían encontrar también esa misma clase de felicidad que brillaba tan intensamente en su corazón. Cada persona que hablaba con Amy se llevaba un pedacito de su hogar y, al poco tiempo, ¡todo el mundo estaba lleno de amor y felicidad dondequiera que mirara!
Poco después, el mundo entero empezó a experimentar la belleza y el crecimiento espiritual que Amy había traído consigo: la gente se abría y se conectaba de un modo que nunca antes había tenido, debido al amor que brillaba con fuerza en cada uno de los presentes.Es mágico que todos los niños del mundo puedan sentir esta alegre energía cuando piensan en su amada amiga Amy, porque ahora todos saben cuánta magia puede aportar este simple acto de bondad, mientras tu magia especial brille con fuerza para todos los demás.
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