Había una vez una joven llamada Laila que tenía el pelo largo y rizado. Le encantaba su pelo especial y a menudo se preguntaba qué podía hacer. Un día, se embarcó en una aventura para descubrir la magia que escondían sus mechones.
En cuanto Laila se adentró en el bosque, empezaron a ocurrir cosas extrañas. Su pelo rizado empezó a moverse como serpientes, enredándose con las lianas y ramas cercanas. Parecía que, mirara donde mirara, le salían plantas de la cabeza.
Laila estaba asombrada por este increíble poder y no podía creer lo mágico que era su pelo. A cada paso que daba, más plantas brotaban de su cuero cabelludo, creando nuevas y hermosas flores que nunca habían existido.
Cuanto más avanzaba Laila por el bosque, más se entusiasmaba por descubrir qué más podía hacer su pelo especial. Se encontró con un río lleno de peces, pero se dio cuenta de que no nadaban con mucha rapidez ni energía. De repente, se le ocurrió una idea: ¡quizá si utilizaba parte de la energía de sus rizos les ayudaría a nadar más rápido!
Cerró los ojos con fuerza y concentró toda su atención en utilizar sólo un mechón al principio… ¡y de repente el río empezó a ondularse con el movimiento de cada pez que saltaba hacia delante con un nuevo vigor!
El corazón de Laila se llenó de alegría al saber que incluso algo tan pequeño marcaba una diferencia tan grande en sus vidas, demostrando una vez más lo poderosa que puede ser la belleza individual cuando se le da la oportunidad de brillar.
A partir de ese momento, cada vez que alguien veía los rizos especiales de Laila sabía exactamente por qué, porque nada puede compararse con tu propia y única magia cuando te aceptas a ti misma por lo que eres en tu interior.
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