Érase una vez, en un reino lejano, una hermosa reina llamada Raggy. La reina Raggy era muy querida por todos sus súbditos y la querían mucho.
Un día, el viejo y sabio mago del reino anunció que había llegado la hora de que el reino encontrara a su próximo rey. La búsqueda no sería una tarea fácil, por lo que la reina Raggy declaró que supervisaría personalmente el proceso de selección.
El primer reto para los posibles reyes consistía en crear algo de la nada utilizando únicamente sus propias capacidades creativas y su imaginación. Muchos lo intentaron, pero ninguno pudo hacer nada realmente notable hasta que un valiente caballero dio un paso adelante con una idea extraordinaria: ¡proclamó su plan de hacer una muñeca de tamaño natural a partir de trapos!
¡La reina Raggy sonrió con aprobación ante esta ingeniosa solución y lo declaró Rey Reginald el Rey de Trapo! Todo el mundo aplaudió cuando el nuevo rey se levantó orgulloso con su creación de trapo en la mano.
El rey Reginald no tardó en darse cuenta de la cantidad de trabajo que suponía dirigir un reino exitoso y decidió que necesitaba ayuda para gestionarlo todo. Entonces encargó a su ejército de muñecos de trapo que le ayudara en todo, desde asegurarse de que los impuestos se cobraran a tiempo hasta ayudar a construir casas para los ciudadanos sin hogar.
Pronto se difundió por todo el país la noticia de la dedicación, el trabajo duro y las ideas innovadoras del rey Reginald, lo que hizo que la gente de cerca y de lejos acudiera en masa a ver a su querido gobernante en acción. ¡Por supuesto, ninguna visita estaría completa sin conseguir un autógrafo o un selfie con su Rey de Trapo favorito en persona!
La reina Raggy vigiló a sus leales súbditos mientras celebraban otro final feliz dentro de su reino mágico, sabiendo que, una vez más, había elegido sabiamente al seleccionar a su líder.
Deja una respuesta