Érase una vez, en un reino lejano, una hermosa princesa llamada Blancanieves. Era amable y gentil y tenía una larga cabellera dorada que brillaba como el sol.
A pesar de su belleza, la Reina estaba celosa de Blancanieves y la quería muerta. Así que envió una orden para que todos sus cazadores se llevaran a la joven doncella a lo más profundo del bosque y la mataran.
Pero cuando llegaron a su destino, en lugar de matar a la pobre Blancanieves, la dejaron libre por su bondad y belleza.
Blancanieves corrió por el oscuro bosque hasta que finalmente se encontró con una pequeña cabaña en la que siete enanos vivían pacíficamente. Los nombres de los enanos eran Dormilón, Tímido, Gruñón, Estornudo, Tonto, Feliz y Doc.
Blancanieves se refugió con ellos en su casita, lejos del peligro de la malvada Reina, que quería deshacerse de esta hermosa princesa para siempre. Cada día, Blancanieves ayudaba en las tareas de la casa, como la limpieza o la preparación de las comidas para los ocho miembros de su feliz familia.
Con el tiempo, llegaron noticias hasta este lejano lugar sobre lo cruel que había sido la Reina con Blancanieves, pero nadie se atrevió a enfrentarse a su poderío, así que permanecieron escondidos en su acogedora cabaña a salvo de todo peligro. Pero una fatídica noche, mientras todos los demás dormían plácidamente, la malvada reina entró en la casa e intentó envenenar a la pobre Blancanieves con una manzana encantada… ¡Por suerte, gracias a la rapidez de pensamiento de uno de nuestros valientes enanos, consiguió intervenir justo antes de que pudiera hacer efecto en nuestra querida princesa! Al hacerlo, no sólo salvó su propia vida, sino también la de muchos otros que seguramente se habrían visto afectados por este acto traicionero si no se hubiera detenido en ese momento
Deja una respuesta